Al igual que el coronavirus, las emociones pueden ser contagiosas y se pueden trasladar a las personas cercanas a quien padece la enfermedad. “La hostilidad genera hostilidad en los que interactúan contigo”.
El día 10 de enero 2022 regresaba de vacaciones, en ese momento sentía que había descansado lo suficiente para poder enfrentar este año. Quiero aclarar que no había enfermado de Covid-19 en dos años y por supuesto no tenía ni idea de los síntomas que se padecen. Aunque había escuchado a muchos hablar del dolor y las secuelas, no lo tenía como experiencia personal.
Me considero una persona positiva y que durante más de cuatro años he trabajado en el manejo de la inteligencia emocional. Sin embargo, el día 11 de enero me sentí muy mal físicamente y me realicé la prueba y el resultado fue “positivo”. Quiero decirles que durante la enfermedad sentí una sensación no sólo de malestar físico, sino que además tuvo una repercusión en mi estado de ánimo y me acosaron pensamientos de que todo estaba mal sin alguna razón aparente. Nadie puede tener empatía hasta no sentir en propia carne los efectos de algo y les juro que efectivamente esta enfermedad realmente es dolorosa.
He escuchado en repetidas ocasiones de la alteración que tiene la enfermedad por el nuevo coronavirus en las emociones y de las reacciones que provoca en las personas contagiadas, y la verdad hasta ahora puedo corroborar que efectivamente parte de las alteraciones que se experimentan son una sensación de desesperación, de incertidumbre y ansiedad. Y al igual que el virus, las emociones pueden ser contagiosas, es decir trasladar la emoción a las personas cercanas a ti. “La hostilidad genera hostilidad en los que interactúan contigo”.
Piensa en un hombre de negocios que llega a su casa después de una junta donde no salieron bien las cosas. En casa la esposa y los hijos serán quienes recibirán la ira o la desesperanza de aquella persona, ya que sus emociones a flor de piel muestran lo mal que la está pasando y al interactuar con otros estos ellos verán reflejado su sentir.
En mi casa, al mostrarle emociones negativas a mis hijos estos reaccionaron de la peor forma, se enfadaron y sentían la misma ansiedad que yo; de un momento a otros todos estábamos contagiados de mala actitud. Al llegar, mi esposo nos hizo conscientes de ese malestar y empezó a contrarrestar con emociones positivas hablando de lo maravillosa que es nuestra vida, lo bueno que tenemos y que pronto desaparecerá el virus y después de un rato de hacer consciente esta sensación todos nos sentimos positivos.
Con la Covid-19, la sensación de malestar físico, aunado a las emociones provocadas por el encierro, genera estrés y ansiedad, lo que provoca en la persona una sensación de desesperación y enfado.
«Las emociones viajan de persona a persona como si se tratase de un virus”, Wharton Sigal Barsade.
Entonces qué son las emociones y por qué se pueden contagiar de persona en persona con una intensidad tanto de las emociones positivas como de las emociones negativas, y cómo podemos contrarrestar sus efectos.
“Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo importante”.
Son tan poderosas que éstas se pueden contagiar dentro de un grupo de personas. Por eso al trabajar en un área es muy común que si hay emociones destructivas como la tristeza, la desesperanza o el miedo, éstas tengan un impacto generalizado en todos los miembros del equipo y se vean fuertemente influenciados por otros.
Las neuronas espejo tienden a imitar a otros para sobrevivir, aún en los más pequeños; los niños tienden a imitar a los padres y a los más cercanos. Cuando hay padres fumadores es casi seguro que los hijos sean fumadores en su juventud ya que es mucho más fácil aprender por el ejemplo que seguir el consejo.
Entonces qué impacto se tiene en la vida laboral, pues mucho. Presta atención conscientemente a cuáles son las emociones que experimentas en el día a día y cuáles son las que contagias a los demás.
Trata de limitar las emociones que te desgastan, como la lucha de poder o la crítica excesiva, ya que éstas no te llevan a ningún lado positivo y sí pueden ser una fuente de desgaste personal.
Céntrate en lo que haces bien, rodeándote de personas positivas, con buen ánimo y además con buen humor. Piensa bien antes de escribir ese correo desagradable o ese comentario negativo. Recuerda que tú como líder tienes aún más impactó a en tus colaboradores, que una palabra tuya puede potenciar o destruir un buen clima laboral.
La globalización en que vivimos implica aún más la posibilidad de contagiar las emociones en gran escala por lo fácil que resulta ahora conectar con otros y comunicar los que sentimos por medios digitales. ¿Qué harás ahora con esta información? ¿Qué estás dispuesto a cambiar en tu área de trabajo para mejorar al ambiente laboral con tus compañeros y colaboradores?
Durante mucho tiempo las emociones habían sido ignoradas en los contextos organizacionales, ya que siendo un espacio enfocado en los resultados cómo darle importancia a algo tan humano. Sin embargo, en la actualidad las emociones están en el centro de las discusiones estratégicas, ya que como dice Eduardo Bericat, académico de la Universidad de Sevilla, éstas son un factor de impacto en “la satisfacción laboral, el funcionamiento grupal, liderazgo, violencia y acoso, y más recientemente el denominado trabajo emocional como característica intrínseca del puesto de trabajo y su influencia en la organización”.
Con esta reflexión piensa sobre la positividad en la vida laboral. ¿Quieres saber cómo logramos controlar las emociones negativas? Te daré una técnica de tres pasos que nos puede ayudar.
1.- No esparcir las emociones negativas
Estas enferman el cuerpo y la mente, es tener autocontrol y detener la manifestación de la emoción negativa. Somos responsables de controlar la emoción en su expresión no entregándonos al radio pasillo para hablar mal de otros, no dañando los compañeros de trabajo, frenar el regocijarnos ante la situación adversa de otros, no hacer ninguna acción que haga daño a otra persona.
2.- No tomar las emociones negativas como propias
Nuestra esencia está más allá de las emociones que podamos experimentar. La violencia que siempre ha existido, cuando nos entregamos a ese estado negativo y la vivimos, la hacemos nuestra y ésta puede tener una repercusión importante en la vida de otros. Hay que verla como una emoción que existe, pero al no identificarme con ella, no la demostraré a otros.
3.- Transforma las emociones negativas con sus antídotos de la positividad
Para la violencia su antídoto es la no violencia, es decir no hacer cosas que generen violencia. Si hay una persona que nos ataque, nosotros vamos a mostrar compasión y no hacer personal una confrontación, sólo la dejamos pasar y no exhortamos a seguir propiciando la agresión.
Fuente: El Economista.